El engagement por aquí, el engagment por allá… si te dedicas al marketing digital seguro que has oido esta palabra en innumerables ocasiones, como un mantra que los marketeros se repiten para cerciorarse o convencerse de que están haciendo bien su trabajo.
La palabra engagement proviene del inglés y significa «compromiso». Hoy en día asociamos este término al social media, sin embargo, en el marketing tradicional ya se usaba, antes del surgimiento de las redes sociales, para definir el grado en que los consumidores se involucraban con una marca. En este caso se trataba de un compromiso intangible, difícil de medir y de plasmar en informes para el cliente. Hoy en día el engagement se puede medir, ya que son comentarios, likes, publicaciones compartidas, mensajes privados, opiniones…
Probablemente la cifra que, por sí sola, menos pueda representar el engagement de una marca sea el número de seguidores. Aunque hay marcas que sí corresponden esos innumerables seguidores con interacciones en el día a día con ellos, ¿cuántas hemos visto que sobrepasan los miles de seguidores y apenas tienen comentarios o likes?
Eso NO siginifica compromiso con la marca. Normalmente, significa alguien detrás consiguiendo seguidores (de manera más o menos lícita). Sin embargo el engagement es más difícil de engañar.
El engagement vende a largo plazo y no de forma fácil. Es necesario que ese engagement se mantenga a lo largo del tiempo, porque eso significa que has creado una red de seguidores (potenciales clientes) fuertes y comprometidos con tu marca y sus valores. Y eso claro que vende.
Y es que, aunque el engagement se pueda medir y contar, tener un vínculo como ese con tus consumidores es algo incalculable. Para ello es importante humanizar tu marca en gran medida, de forma que comparta con tus consumidores una visión y unos valores con los que puedan sentirse identificados.
¡No le tengas miedo al compromiso!